miércoles, 19 de octubre de 2011

CASAS COLONIALES, PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO


Casa del Fundador "Gonzalo Suárez Rendón"

Casa del Fundador "Gonzalo Suárez Rendón"
En la arquitectura colonial de Tunja, una de las mansiones más hermosas que es orgullo de Hispanoamérica, es LA CASA DEL FUNDADOR Capitán Gonzalo Suárez Rendón, situada en la zona oriental de la Plaza de Bolívar, llamada antiguamente Plaza Suárez Rendón, en el costado de la Catedral.
En ella se ubica actualmente la Secretaría de Cultura y Turismo de la Alcaldía Mayor de Tunja y la Academia Boyacense de Historia.

En esta joya arquitectónica, la más característica de las residencias particulares del siglo XVI, se concentra la historia privada de la anstocracia tunjana desde los años de la fundación hispánica de Tunja.

Es la única Casa de Fundador que existe en Hispanoamérica, construida por él mismo, en donde vivió, murió y continuó como residencia familiar de sus hijos. Esta mansión colonial fue centro de trascendentales actividades en los siglos de la Colonia, y luego en la independencia y la República.

Construcción de la Casa del Fundador

En el solar que se señaló para la casa del Fundador existía el bohío en donde fijó su residencia el Capitán Gonzalo Suárez Rendón. Allí se reunió el Cabildo de Tunja por primera vez, el 7 de agosto de 1539 y los días 11, 14, 16 Y 18 de agosto para tratar losproblemas de la naciente ciudad.

En las sesiones del 18 de agosto y 31 de diciembre se asignaron al Fundador los dos solares ubicados junto al templo y cerca del asignado al Cura Vicente de Requejada, a continuación de "La Atarazana".

En los mediados del siglo XVI se edificó la Casa del Fundador con constructores españoles e indígenas de sus posesiones en la encomienda dellcabuco que era la más grande del Nuevo Reino de Granada, con 3.000 indígenas.

Ya para 1562 la mansión estaba bastante adelantada según las crónicas indianas.

El Estilo Arquitectónico de la Casa

Esta mansión colonial presenta el sello castellano característico de la arquitectura civil tunjana.

Hacia 1570 se consideraba como una de las más lujosas casas del Nuevo Reino de Granada; según el conquistador Luis Lancheros, la decoración con mármoles y capiteles de esta casa era reflejo del lujo renacentista, aun cuando sin gran exceso, ni notorias comodidades.

La Casa del Fundador es una mansión colonial de dos pisos, con un patio central claustrado en dos de sus lados, formando una "ele" abierta hacia la vista del valle de Tunja, cuya panorámica se divisa desde las galerías de la segunda planta.

Las galerías bajas tienen arcos sobre columnas de piedras, y en el piso superior, arquitrabes de madera sobre zapatas de más proyección que descansan en columnas de fuste corto y estriado. Según el historiador del arte, Marco Dorta, la influencia mudéjar andaluza se manifiesta en los alfices que encuadran los arcos.

Una de las bellezas de esta mansión es la amplia escalera claustral que da acceso a la planta alta y la cual arranca de un ángulo del patio.

La segunda planta de la Casa del Fundador era la más importante para la familia. Allí se localizaban los dormitorios de la familia del Fundador; el salón social lujosa mente adornados con paños finos de pared y unos escudos en ellos, los cuatro estandartes del Capitán Gonzalo Suárez Rendón como recuerdo de sus campañas y conquistas.

En la Casa del Fundador se alojaban los principales personajes españoles que llegaban a Tunja; allí llegaron los conquistadores Jerónimo de Lebrón, Don Alonso Luis de Lugo, Hernán Pérez de Quesada y Don Pedro de Ursúa.

Allí se ubicó también el despacho principal del Nuevo Reino de Granada, cuando el Capitán Suárez Rendón ejerció dos veces el gobierno supremo por ausencia de Jiménez de Quesada y de Hernán Pérez.
Tomado del Folleto "Casa del Fundador", textos de Javier Ocampo López

Casa del Escribano "Don Juan de Vargas"

Una de las bellas mansiones de Tunja, con supervivencias hispánicas es la Casa del Escribano Don Juan de Vargas, que es sede del Museo Colonial, y una de las más visitadas por el Turismo Internacional.
Don Juan de Vargas llegó al Nuevo Reino de Granada con su padre Don Diego de Vargas. En el año 1585 inició su oficio de Escribano de Tunja, hasta su muerte en el año 1620.

Con el Cronista Juan de Castellanos influyó decisivamente en el proceso cultural de la ciudad en los finales del Siglo XVI y primeros del XVII. Su casa fue albergue de numerosos visitantes ilustres que llegaban a Tunja de diversa procedencia.

La construcción de La Casa del Escribano se realizó en los finales del Siglo XVI. Según la descripción arquitectónica de Santiago Sebastián:

"Esta casa es la más interesante y rica de la ciudad, porque une a su valor arquitectónico el pictórico. Data el último cuarto del Siglo XVI. Tiene el ingreso a un lado y patio claustreado en un solo costado; la galería del primer piso presenta arcos de medio punto ligeramente peraltados, y la del segundo es adintelada. Las bases de las columnas inferiores muestran todavía el recuerdo del gótico isabelino en las típicas bolas abulenses, que vuelven a repetirse en los esquemáticos capiteles, alternando con rosetas; sus capiteles, esquemáticos, bárbaros y caprichosos, nos recuerdan algunas improvisaciones de los canteros prerrománticos. Las columnas de la galería superior apoyan sus bases áticas en plintos cerrados; los capiteles pretenden ser compuestos, pero son muy toscos; parecen tener el vaso estriado, con volutas muy rudimentarias". (Álbum de Arte Colonial de Tunja, Santiago Sebastián).

Una de las bellezas de la Casa de Don Juan de Vargas es el jardín de estilo andaluz, con su fuente en el centro y el ángulo con la escalera.

En los salones del piso superior se encuentran las decoraciones manierista s de las techumbres, en la misma forma que en las Casas del Fundador y del Cronista.

En los murales de las techumbres encontramos las figuras del rinoceronte, el elefante, alegorías, figuras mitológicas, escudos, animales y anagramas cristianos que se distribuyen por el harnuelo y las jaldetas.

Las diosas Diana y Minerva y el Dios Júpiter están rodeados de grutescos y guirnaldas. Estas figuras son expresiones del «Manierismo» con grabados copiados fiel artista holandés Leonard Thiry, Alberto Durero y otros Cliché sirvieron de modelos para los murales. Aparecen en el artesonado el escudo del Escribano Don Juan de Vargas, que se describe así:
En el primer cuartel, con banda de gules, siete estrellas de plata y tres cabezas de sierpe. En el segundo cuartel, una cabeza de jabalí con pendón, saliendo de una caldera. El tercer cuartel es borroso, y el cuarto, con banda de gules, león rampante y tres bandas de oro. Por timbre un yelmo. El monograma de Cristo ocupa lugar principal.

En el Museo de la Casa del Escribano se encuentra una exhibición permanente con diferentes piezas, representativas de la producción artística y artesanal de los Siglos XVI - XIX, con esculturas, pinturas de caballete, mobiliario, cerámica y porcelana y otros. Se conserva la cocina colonial, con su gran chimenea cónica y utensilios domésticos.

Esta casa de supervivencias hispánicas ha sido restaurada varias veces: En el año 1952, con la intervención del Maestro Luís Alberto Acuña y artistas españoles; posteriormente en los años 1980 y 1987. Actualmente es administrada por el Instituto de Cultura de Boyacá.


Texto tomado de Javier Ocampo López. Fotografía: Franck J. Marín

Antiguo Hospital de Tunja y Panóptico (Claustro de San Agustín)

Antiguo Hospital de Tunja y Panóptico (Claustro de San Agustín)
El Hospital de Tunja, bajo la dirección de los religiosos de San Juan de Dios y de otros directores, funcionó en el Claustro de San Agustín entre los años 1835 y 1859. El Colegio y la Universidad de Boyacá fueron trasladados al antiguo convento de la Compañía de Jesús.
En 1831-1832 el Convento fue destinado a hospital encargado a la comunidad de los religiosos de San Juan de Dios pero estos fueron expulsados en 1832 fue nombrado director del Hospital al señor Luís Espinosa. En 1835 se trasladó el hospital que funcionaba en el antiguo Convento de San Agustín.

A partir de la segunda mitad del siglo XVI el Convento de San Agustín fue convertido en Penitenciaria o Panóptico de Tunja.

El general Sergio Camargo, Presidente del Estado de Boyacá, después de haber habilitado el edificio del convento para el cuartel del Ejército en la Guerra Civil del 6O, ordenó la organización de la penitenciaria para el cuidado de los presos, mediante el decreto del 1° de febrero de 1863.

Desde entonces se convirtió en el Panóptico de Tunja. Mediante la Ley de Desamortización de Bienes de Manos Muertas, el Convento de San Agustín pasó en forma definitiva a propiedad de la Nación. .

Durante un siglo, el Convento de San Agustín fue destino a albergar los prisioneros de las diversas regiones de Colombia.

El Panóptico fue una de las prisiones más temidas en Colombia. El antiguo templo fue convertido en dormitorio común y en calabozo húmedo para los prisioneros más peligrosos; en la misma forma, se organizó la cárcel para mujeres.

En la mitología popular se difundió en el siglo XIX el mito de El Espanto del Panóptico" en T unja. Según las creencias, este espanto sale en la víspera del día de los difuntos y el Viernes Santo.

El frayle del Panóptico iba vestido de negro con capucha y mangas anchas, con un cordón o cinto aliado; al vedo, encontraban una calavera bajo la capucha; el fraile salía de la antigua sacristía y recorría el corredor inferior de Panóptico.

Si alguien se interponía al monje, este se abalanzaba sobre la persona y lo arrojaba con violencia al patio. Sobre el espanto se inspiró el poeta tunjano Alfredo Gómez Jaime en la célebre poesía "La Garra Fría".

En la década de los 60, el panóptico de Tunja fue trasladado a la vereda “El Barne", su traslado definitivamente en el año 1966.

Durante varios años el antiguo Claustro de San Agustín entró a un gran deterioro y decadencia arquitectónica. El gobierno pasó de nuevo la propiedad del inmueble al Colegio de Boyacá.

La obra de restauración del antiguo Claustro de San Agustín fue realizada por la Fundación para la Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural Colombiana y culminada en 1984.

Desde entonces se ha convertido en un verdadero polo de desarrollo de la CLILTURA en Boyacá: Sede del Archivo Regional de Boyacá, Academia Boyacense de Historia, Magister en Historia de la UPTC y de la Biblioteca del Bailéo dé la República Alfonso Patiño Roselli".

El Archivo Regional de Boyacá tiene documentos desde el año de 1539 con el Acta de Fundación de Tunja. Tiene la colección de libros de Cabildo (1539-1810), Archivo Histórico de Tunja (1539-1860), Protocolos Notariales (154021959), Archivo Eclesiástico, Archivo Militar, Archivo de la Gobernación y otros.
Texto tomado de Javier Ocampo López

Colegio de Boyacá y Universidad de Boyacá

Colegio de Boyacá y Universidad de Boyacá
El 17 de mayo de 1822, el Vicepresidente Francisco de Paula Santander creó el Colegio de Boyacá y le asignó como sede el antiguo convento de los Agustinos.
1825 se establecieron las Cátedras de Medicina, Derecho Civil y Derecho Canónico; asimismo se instauró la Educación Primaria con el método Lancasteriano en la Educación. Su primer Rector fue el franciscano José Antonio Cháves.

En 1827 se fundó la Universidad de Boyacá en el antiguo Claustro de San Agustín, la cual inició sus labores en 1828.

Su primer Rector fue el Dr. José Ignacio de Márquez y en forma definitiva, el Dr. Bernardo María de la Motta.

El Libertador Simón Bolívar mediante el decreto del 5 de enero de 1828, organizó la Universidad de Boyacá, que se inició con las carreras de Jurisprudencia y Filosofía y Letras; posteriormente se crearon las carreras de Medicina, Ingeniería, Ciencias Naturales y Artes y Oficios.

El 14 de agosto se otorgaron los primeros grados de Derecho a los señores Mariano Ospina Rodríguez y Juan Nepomuceno Duque.

Ospina Rodríguez fue posteriormente fundador del partido Conservador y ocupó la presidencia de la República en la Confederación Granadina.

El edificio de la Universidad de Boyacá pasó de nuevo a los agustinos en 1829. En 1830-1831 el Convento fue devuelto definitivamente por el Presidente Domingo Caicedo a los Agustinos.
Texto tomado de Javier Ocampo López


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